Thursday, May 24, 2012

Honor a Tu Tribu




Cuando leemos de las doce tribus de Israel y las palabras profetizadas por su padre Jacob antes de morir sobre cada uno de ellos (Génesis 49-50), podemos concluir cual seria su futuro, o mejor dicho que se esperaría de cada tribu como contribuidor en la nación de Israel.  Jacob les bendijo de acuerdo a lo que ejecutarían como tribu en la nación de Israel. Jacob llamó a sus hijos y les dijo: "Reúnanse, que voy a declararles lo que les va a suceder en el futuro” (Gen 49:1). Debido a su particularidad/carácter cada tribu recibió la honra de la bendición de su padre Jacob (Israel). Esta bendición o decreto sobre sus hijos marco la existencia de cada tribu. Cada hijo de Jacob (Israel) constituía una tribu (Rubén - Benjamin).  

Cada tribu tenía su representación. Su carácter los identificaba para el trabajo que ejercerían en la nación de Israel. Por ejemplo, la  tribu de Levi serviría en la casa de Jehová en diferentes ángulos. La tribu de Judá se identificaba como guerreros, por lo tanto iría delante en todas las guerras/batallas. Otros fueron identificados como constructores, marineros, etc. Cada tribu representaba un área de trabajo y talento para mantener la nación de Israel completa. Pero, ¿que hubiese sucedido en vez de aceptar quienes eran en la nación y para que habían sido llamados  hubiesen peleados entre si porque el uno quería la bendición o trabajo/talento del otro? ¿Hubiese sido la tribu de Judá efectiva si hubiese hecho el trabajo de Levi, solo porque así lo deseaba? Y no estamos hablando de poder hacer el trabajo, si no de su efectividad en hacerlo. Pero aun más importante, ¿hubiera Judá agradado a Jehová o a su padre Jacob?

En muchas ocasiones hacemos lo que creemos le agradaría a Dios, pero no hacemos lo que Dios dice que hagamos. A veces nos creemos que somos los únicos que podemos hacer cierto trabajo, aun cuando sabemos otras personas han sido enviadas hacerlo. Creemos, porque tenemos cierta educación o grado secular o ministerial, somos los más indicados para hacer algún trabajo o proyecto, a sabiendas que otras personas tienen el talento, quizás no la educación ni el grado, pero si el talento de hacerlo. Cuando estamos en el lugar que Dios no nos ha enviado, nos damos cuenta que conflictos, frustraciones, enemistades surgen. Aunque se observa bonito, si Dios no nos ha enviado, no debemos hacer altar en ese lugar. En ocasiones hacemos altares en lugares que Dios no nos envía, y causamos más complicaciones/danos que bendiciones. Hay altares que edificamos en ciertos lugares, donde Dios no nos ha dado el permiso fundar (Ej. Jeroboam – 2 Reyes ). Por lo tanto, nuestro trabajo no es efectivo ya que no es agradable a Dios. Aunque creemos estamos haciendo lo que a Dios le agrada, estamos en desobediencia porque Dios no nos ha enviado. ¿Para que hacer lo que le encomendaron a la tribu de Judá si eres de la tribu de Levi? ¿Si Dios te llamo al evangelismo, para que quieres ser pastor?

Dios nos creo únicos para hacer trabajos únicos. Dios ha bendecido nuestra vida para ejecutar proyectos específicos.  Ha decretado preexistencia en cada uno de nosotros para un trabajo preciso, especial, concreto para el Reino. Cuando estamos fuera de ese circulo, no somos completamente efectivos ni apreciados. Dios levanta personas humildes, pero con alta unción, y queremos sacarlos o minimizarlos porque no tienen las condiciones o cualificaciones consideramos se necesitan para ejercer lo que hacen. ¿Quienes somos nosotros para determinar quien tiene o no la unción del Padre para ejercer ciertos proyectos, trabajos? Tomemos ejemplo en los discípulos de Jesucristo, quienes eran, antes de considerar a alguien por su estatus social, educativo, familiar. El estatus no es lo que da la unción para ejercer un trabajo, ¡es el Padre de los cielos!

Pidámosle al Señor de los talentos que nos plante en el centro de Su voluntad. Que nos sitúe en el lugar donde El desea estemos para ser completamente efectivos, así poder bendecir y ser bendecidos. Roguémosle al Padre que nos revele el lugar y trabajo para el cual fuimos bendecidos, decretados, creados y diseñados. Cuando entremos a ese lugar y fundemos un altar, veremos como Su presencia consumirá los sacrificios le ofrecemos porque ¡estaremos en el centro de Su voluntad! ¡Cuidado donde estamos en este momento…puede que no estemos en el lugar (congregación) nuestro Señor desea que estemos sirviendo!

Quédate en la tribu que fuiste bendecido. Si en la de Judá, no desees ser ni cambiarte a  la tribu de Levi. Si naciste en una país/nación, no quieras ni desees ser de otra. Si fuiste llamado a pastorear, no quieras ser misionero.

Busca tu propósito en tu Creador. Solo  El puede decirte para que te haya creado y diseñado. Y cuando entres a esa precisión, entones ejecutaras un trabajo completamente eficaz; podrás bendecir y ser bendecido, pero sobre todo…serás ¡obediente al llamado para el cual Dios te creo!

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